Everton u Católica

Pese a jugar casi una hora con diez jugadores, el cuadro ruletero se las ingenió para neutralizar a los cruzados que siguen sosteniéndose más en los alardes ...

Y el partido se dio así no más en el segundo tiempo. La UC, en verdad, en lugar de aprovechar la instancia para desplegar argumentos colectivos y asentar el dominio del partido, pareció no saber bien qué hacer. Más si la UC tampoco encontraba el suyo. Pero, así y todo, Everton no salió de su libreto. Y el mismo Campos fue el que abrió la cuenta con una transición de lujo donde una caída de Ignacio Saavedra colaboró para que el beneficio fuera total para el delantero quien, ante la salida de Dituro en despoblado, tuvo la tranquilidad para definir de derecha y fuerte. Cada lanzamiento largo de la defensa de Everton (muy bien liderada por Julio Barroso) provocaba estragos en la UC. Y si el gol no llegó antes fue, simplemente porque Echeverría no aprovechó sus ocasiones, porque Dituro atajó más de lo que se le exigía y hasta porque al árbitro Cristian Garay se le ocurrió anular un legítimo gol de Matías Campos (por un pequeño movimiento de éste sobre un defensor cruzado que el juez consideró foul). Poco argumento exhibido por los cruzados. Sin un estilete como Carvallo a disposición, era obvio que la forma de juego de los evertonianos sería una sola: aguantar en su campo esperando que el adelantamiento de la UC le diera la posibilidad de salir rápido de contraataque para quedar mano a mano con los defensores rivales. Nula conducción de parte de Pinares y poca conexión de los volantes con Zampedri fueron factores para la nebulosa de la Católica. En especial porque el equipo de Ariel Holan demostró incapacidad para beneficiarse con la expulsión sufrida por Madrid (37’) que dejó a los dueños de casa con uno menos y, además, obligó al DT Francisco Menighini a sacar del campo a Bryan Carvallo quien, hasta ese momento, era el mejor del partido. Un par de intervenciones galácticas, de esas que solo hacen los grandes arqueros, protagonizadas por Matías Dituro, y un tiro libre muy bien ejecutado por José Pedro Fuenzalida que peinó con eficacia el zaguero Gary Kagelmacher, fueron determinantes para que Universidad Católica no perdiera ante Everton bajo la intensa lluvia que cayó en Viña del Mar. Pese a jugar casi una hora con diez jugadores, el cuadro ruletero se las ingenió para neutralizar a los cruzados que siguen sosteniéndose más en los alardes individuales que en la solidez colectiva.